La Insurgencia de la Congregación del Refugio en 1813

Antecedentes: La Batalla del Mogote: Tuvo lugar en el paraje del Mogote, sobre el camino hacia San Fernando, a unos 30 kilómetros al sur de la Congregación, el 23 de agosto de 1813. Como resultado del combate, las armas del rey se hicieron de la victoria.

Las noticias de la derrota insurgente se conocieron de primera mano por aquellos insurgentes que escaparon y lo comunicaron a los vecinos, sin embargo, esto no hizo mella en el ánimo de los vecinos de la Congregación, y aun muchos de ellos estaban convencidos de la causa insurgente, como veremos a continuación…

El Capitán José de Jesús Solís reclamaba los bienes robados por los insurgentes 7 años después del levantamiento de Cavazos y relata desde su punto de vista cómo ocurrieron los sucesos durante la insurgencia en el Refugio

Estando todos los partidarios de la independencia juntos y con las armas dispuestas, atentos a las órdenes de Cavazos, éste, con voz firme, ordenó: “Usted, Juan López me aprehenden a Irineo Gómez, Manuel de la Garza y al Capitán Solís”; “Si señor” –contestó– “…Villarreal y Pérez me juntan gente, los demás me rodean el pueblo para que nadie pueda entrar o salir” dijo. Todos se apresuraron para cercar el pueblo.

Irineo Gómez Segundo Regidor, se encontraba haciendo guardia en la pobre choza que la hacía de Casa Consistorial de la Congregación, cuando de pronto, al ver refulgir las antorchas con viva voz dijo: ¡Alto ahí! ¡Quien vive!, ¡La Insurgencia! –gritaron a coro decenas de voces- y apenas hizo preparar su mosquete, cuando se vio rodeado y con  decenas de armas apuntándole, acto seguido, tiró su arma y levantó las manos, casi al mismo tiempo cayeron presos el Capitán Solís y el primer Regidor Manuel de la Garza, los partidarios del Rey y la pequeña guarnición realista del Refugio habían caído…

Declaración en donde se da fe de que fue Francisco Cavazos quien “levanto la voz en este pueblo a finales de 1813”

Mientras esto ocurría, y perturbando la tranquilidad de su sueño, un fuerte golpe despertó al soldado Antonio García y a su hermano: “Abran” (dijo imperiosa una voz) con prisa, García abrió la puerta, vio a don José María Villarreal y Francisco Pérez, estos le dijeron –”Está usted con la insurgencia”- le preguntaron, García, al ver aquellos personajes, a tan altas horas de la noche y con la multitud de gente en las calles, y ante el temor de ser pasado por las armas, dijo: “Sí, lo estoy” “…pues entonces, ensille su caballo vuestra merced y véanos en la plaza, repórtese con Cavazos” –le dijo Pérez- y así diciendo, partieron a reunirse con su jefe.

Al llegar Antonio García y su hermano a la plaza estaba una muchedumbre rodeando a la Casa Consistorial, se dirigieron a donde se encontraba Cavazos, al verlo, Cavazos le dice a García –”Me lleva a estos realistas al Presidio de la Bahía con grillos, de ahí el capitán del mismo sabrá qué hacer con ellos”- los regidores y el Capitán Solís estaban presos con grilletes, al oír esto, se apoderó de ellos el terror, pues dicha orden casi equivalía a una pena de muerte.

Los pueblos y Villas tenían un cuerpo de milicianos para defenderse en caso de no haber una guarnición del Ejército Realista (milicias urbanas).

El soldado Antonio García, aun medio vacilante conducía a los prisioneros a los Regidores 1º y 2º, al Capitán Solís y algunos vecinos partidarios del Rey al Presidio de la Bahía del Espíritu Santo, cuando en el camino, pasaron por el Rancho de Don Martín de León, “El Aranzaso”, en donde Don Martín le hizo un reclamo a García del porque llevaba a Solís con grilletes y cuáles eran sus destinos una vez llegado al presidio, -“Pasarlos por las armas, es lo más seguro”- dijo otro de los insurgentes –”…a los realistas no hay que darles cuartel”-, y así diciendo, Don Martín prefirió dejarlos pasar antes que a él lo mortificaran, fue un largo viaje hasta la Bahía y ya sentían los prisioneros la muerte cerca…

Oficial de Fusileros Blancos, el Ejército Novohispano estaba dividido según el origen racial de los soldados, los mejores puestos y rangos estaban reservados para los Peninsulares.

Al llegar al presidio y enterar a los prisioneros con el Capitán, este les dijo, -“Pues señores, si la vida quieren salvar, la tendrán que conservar con sacrificio de reales”- y viendo al Capitán Solís le dijo –”Bien vale su cuello 300 pesos Capitán, ¿Qué dice?”–Señor– le contestó Solís –”…reales no tengo en la cantidad que me pide por Dios, pero le daré los bienes de campo que pida, que yo le pagaré por mi vida”– el Capitán del presidio le contestó –”Bien, enviaré una partida de hombres a por ellos, en caballos, mulas y yeguas, una manada y con eso salva la vida” –Señor– prosiguió Solís- déjeme enviarle billete a mi compadre Martín de León que él le dará lo que pida –muy bien, hágalo así- le contestó el capitán insurgente.

Muchas veces los milicianos no contaban con uniformes y vestían de paisanos, ponían sus propias armas y caballos para la defensa de su jurisdicción.

El Capitán Solís le envió la carta en donde le imploraba lo sacase del apuro y le prestara la dicha manada y otros bienes que le pedían los insurgentados, muchos fueron los días que estuvo en la incertidumbre, hasta que recibió noticias, la partida insurgente fue hasta el rancho de Martín de León y recogió los bienes, pero su cautiverio no tenía fin, y por ello urdió un plan para escapar…

Se valió de la ayuda de un soldado insurgente, al cual dio unas cuantas cosas que le habían quedado y que no le habían quitado, una cucharilla de plata, una navaja de bolso y un rosario de madera, con esto, le dieron un caballo que estaría afuera de la muralla del presidio y…

En la noche pactada, el Capitán Solís se escurrió entre los guardias tomo el caballo y lo espoleó hasta que se murió quedando a resguardo de sus captores y retornando a el Refugio…

Con incertidumbre, nos encontramos que a partir de aquí ya no sabemos que pasó con los insurgentes del Refugio, si pelearon en alguna batalla, no obstante, según ahora con las más recientes investigaciones aparece en el censo de 1815 para la contribución real, que en efecto, Francisco Cavazos fue muerto y sus bienes confiscados por haberse ‘insurgentado’, lo que sí sabemos es que muchos de ellos se acogieron al indulto ofrecido por las autoridades virreinales, y es por ello que pudieron dar su valiosísimo testimonio de este magno acontecimiento.

Todo esto se sabe gracias a que el Capitán Solís comenzó un juicio casi 8 años después contra el soldado Antonio García, tan solo porque Solís lo habían removido de su puesto como Comandante Militar del Refugio, que al final, este pleito legal se resolvió dándole los bienes de campo perdidos a  Solís, lo cual aceptó de mala gana.

Nombres de los insurgentes de la Congregación del Refugio:

  • Francisco Cavazos
  • Cabo Encarnación Bocanegra
  • José María Villarreal
  • Juan López
  • Francisco Pérez
  • Antonio García
  • Juan García

Fuentes: