3era parte
De la serie: ‘Cuentos de la Congregación del Refugio‘
Don Francisco Capistrán fue llamado por el Escribano a rendir su declaración al haber sido testigo de las maldades de Ignacillo, el cual paso a la muy rustica habitación donde se hacían los escritos y el Juez el pregunto si conocía al indio Ignacio a lo que Don Francisco contestó: “que conoce al indio Ignacio desde muy tiernos ambos, que el motivo que tiene para conocerle es que nacieron y se criaron juntos en una misma tierra y que el tiempo que hace le conoce es desde que tiene uso de razón” como llevaba dicho y de nuevo pregunto el Juez: ¿Es cierto lo que dice Don Cayetano, que antecedentes tiene usted de su conducta? Y Don Francisco contestó:

Que es cierto el que dicho indio le provocó en primera ocasión estando el que declara en la puerta de un fandango llegó dicho indio y sin hablar palabra quiso atropellarle queriendo entrar por encima del que declara a quien le dijo: “A donde te vas tirando hombre, no ves gente aquí”, y diciéndole estas palabras deteniéndole por atrás fue todo uno por lo que inmediatamente se le abalanzo dicho indio y el que declara le esperó y le dio unos cintarazos.
Y que después estando en otro fandango no acordándose el que declara de lo pasado estando sentado llego el referido indio y le dijo: “ahora me has de dar grandísimo tal”, y que al pronto empezó a tirar y entonces el que declara para quitárselo de encima tomó un palo y le dio dos golpes, causa por lo que al otro se fue siguiéndolo hasta su casa, que fue cuando dice el exponente en su escrito lo vio y que no se acuerda que día ni a qué hora seria, que las personas no menciona, que fue en público lo que declara.

El juez siguió preguntando: ¿Y de que vive este indio? Don Francisco contestó: Que le consta que desde bien chico ha sido y de depravadas costumbres, y las ha seguido hasta ahora con plaza de ladrón cuatrero, provocativo y baladrón (fanfarrón), como que le consta de varios robos caseros que ha hecho, cateos de ropas, y demás trastes y que esto que ha declarado es público en voz y fama, y que lo expuesto es la verdad bajo el juramento que hecho tiene en que leída que le fue esta su declaración por si tuviere que añadir o quitar en ella dijo: no tener que lo que hasta aquí declarado es la verdad de lo que se le pregunta.
Y así diciendo firmo en el papel su declaración, conocía bien a Ignacio y ya bastantes problemas le había causado desde que vivían en Camargo y aún más problemas desde que su familia compró el rancho ‘El Sacramento’ y se mudaron al Refugio, -antes no ha pisado la cárcel por tener suerte y las autoridades ociosas- pensó para sí mismo Don Francisco, una vez terminada esta diligencia el escribano tomo la declaración de otro vecino que se llamó Don José Agustín López, el juez preguntó que si conocía al tal Ignacillo y Don Agustín dijo:

Que conoce al indio de que se le pregunta hace tiempo de quince años (1789) a esta parte y que el motivo que tiene para conocerle es que vino a avecindar en esta donde es nativo dicho indio.
Preguntando: Si sabe o ha oído decir de la vida y costumbres de éste, si le ha conocido por ladrón cuatrero, provocativo y baladrón, dijo: Que sabe de pública vos y fama que siempre haya tenido la costumbre de robar, y tenido la plaza de baladrón y provocativo.
Como sabe este indio es ladrón, provocativo y baladrón, pues en decir que lo sabe de pública vos, y fama se deja entender, oiría decir también a quien ha robado a quién ha provocado o ha usado baladronadas, dijo: Que sabe que hizo un robo de unos cordobanes a Don Juan Villarreal, otro robo que hizo al Señor Cura Zepeda, de una silla de montar, otro robo que hizo a Don José Molano, de un fierro de herraje de plata y una capa, una noche que entró en casa de Don Vicente López de Herrera hora que no supe a que entraría y otros robillos de esta especie que ha oído decir que tiene costumbre de hacerlos, que por lo que sabe a baladrón y provocativo han sabido lo ha hecho con todos en público.
Si entre tanto malo que ha oído decir de este indio no sabe ni ha oído decir que tenga algo de bueno, dijo: que de esto que se le pregunta no sabe ni ha oído decir tenga alguna acción buena, porque para todo el público es malo y por tal lo tiene el mismo.
Una vez terminadas estas diligencias no cabía duda alguna, Ignacio de la Garza era culpable de esta y muchas otras maldades, aborrecido por todos, lleno de un lugar a otro y peleando con todo el mundo, y mientras esto ocurría, Ignacio, apresado en grilletes no cesaba de inferir vituperios, hasta que de tanto luchar se fatigo y se quedó quieto resignándose a su suerte hasta el día siguiente en que le tomarían su declaración…
Cuando llegaron a tomarle su declaración no desaprovecho para tratar de soltarse haciendo jirones lo que quedaba de su camisa quedando de aspecto aún más miserable.
Ahora ya sabemos que usted es un ladrón cuatrero y baladrón –le dijo el juez- ¿Qué tiene que decir en su defensa? ¿Es cierto lo que dice Don Cayetano Medrano? Sin una mira de arrepentimiento y congoja Ignacio dijo: si, todo es cierto lo que dice Don Cayetano y también lo otro que dicen, pero yo solo le he robado una capa al Capitán de Goseacoechea y nada más, lo otro que dicen que me robé fue por el padre Zepeda me regaló esa silla ya que vio la mía muy rota, lo del fandango fue por que andaba borracho y no sabía lo que hacía…

Con eso basta y sobra –dijo el escribano- señor juez, se le debe enviar esto al Señor Gobernador para que nos diga que castigo le aplicaremos a este bribón –hágalo pues Pablo- contestó el juez, de aquí a que llegue a San Carlos en 4 días seguirá en esta cárcel con grillete este pillo a ver si escarmienta.
Y así diciendo lo volvieron a encerrar con grilletes que lo aprisionaba y la Congregación del Refugio volvió a la tranquilidad por unos cuantos días más…
Continuará…